Alopecia Androgenética: Una Mirada a sus Causas, Diagnóstico y Opciones Terapéuticas
- Vanessa G., Dermatóloga
- 19 mar
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 9 may

La alopecia androgenética (AGA) representa la causa más frecuente de pérdida de cabello tanto en hombres como en mujeres. Conocida también como calvicie de patrón masculino o femenino, esta afección afecta a gran parte de la población a lo largo de su vida —hasta un 80% de los hombres y un número significativo de mujeres—. Su rasgo distintivo es la transformación paulatina de los folículos pilosos, que pasan de producir cabello grueso a generar vello fino, dejando áreas despobladas con patrones que varían según el sexo.
¿En qué consiste la alopecia androgenética?
La AGA es una forma de caída del cabello no cicatricial que progresa de manera predecible. En los hombres, suele manifestarse con un retroceso de la línea frontal y un aclaramiento en la coronilla, hasta formar una especie de "herradura" en casos avanzados. En las mujeres, el panorama es diferente: se observa un adelgazamiento más uniforme en la zona superior del cuero cabelludo, mientras que la línea frontal permanece casi intacta.
¿A quién afecta y con qué frecuencia?
La incidencia de esta condición depende de factores como la edad, el género y la herencia étnica. Entre los hombres de ascendencia caucásica, por ejemplo, cerca de un tercio muestra signos de AGA a los 30 años; a los 50, la mitad ya está afectada, y a los 70, la cifra se dispara al 80%. En las mujeres, el problema se acentúa tras la menopausia, con más del 40% de las mayores de 70 años experimentando algún grado de pérdida. Curiosamente, las poblaciones asiáticas y africanas parecen menos propensas, lo que apunta a un componente genético clave.

¿Qué sucede dentro del cuerpo?
El papel de los genes
La AGA no aparece de la nada; hay un trasfondo hereditario complejo detrás. Investigaciones han señalado varios puntos en el mapa genético relacionados con esta condición, como el gen del receptor de andrógenos en el cromosoma X o ciertas zonas en los cromosomas 20 y 7. Si tu padre o tus abuelos tuvieron calvicie, las probabilidades de que tú también la desarrolles son notablemente altas.
Las hormonas en juego
Aquí entra en escena la dihidrotestosterona (DHT), un derivado de la testosterona que se forma gracias a una enzima llamada 5α-reductasa. Este compuesto tiene una afinidad especial por los receptores de andrógenos en el cuero cabelludo y, al unirse a ellos, desencadena cambios que encogen los folículos. Curiosamente, no todos los folículos reaccionan igual: los de la parte frontal y superior son más vulnerables, mientras que los de la nuca parecen inmunes, lo que explica por qué el cabello persiste en esa zona incluso en casos severos.
El ciclo del cabello trastocado
Normalmente, el cabello crece (fase anágena), descansa (fase telógena) y se cae para dar paso a uno nuevo. En la AGA, este ritmo se altera: la etapa de crecimiento se acorta, el descanso se alarga y cada vez más folículos producen cabellos diminutos que apenas se notan. Con el tiempo, el efecto visual es el de una cabeza más despejada.
Inflamación y desgaste celular
Hay más en la historia: algunos estudios han encontrado pequeñas señales de inflamación alrededor de los folículos afectados, como si el cuerpo estuviera librando una batalla silenciosa. Además, el estrés oxidativo —un desequilibrio entre radicales libres y defensas antioxidantes— parece acelerar el proceso, debilitando aún más las raíces del cabello.
¿Cómo se ve en la práctica?
En los hombres
Los varones suelen notar primero que las "entradas" se pronuncian y que la coronilla empieza a clarear. Con el tiempo, estas zonas pueden conectarse, dejando solo una franja de cabello en los costados y la parte trasera, un patrón que los expertos llaman Hamilton-Norwood.

En las mujeres
En ellas, el cambio es más sutil: el cabello se vuelve menos denso en la parte central de la cabeza, pero la línea frontal se mantiene. Este adelgazamiento, descrito por la escala de Ludwig, puede pasar desapercibido al principio, pero se hace evidente al peinarse o mirarse al espejo con atención.
¿Cómo saber si es AGA?
Confirmar esta condición no suele requerir grandes complicaciones. El médico observa el patrón de pérdida, pregunta por antecedentes familiares y evalúa el historial del paciente. Si hay dudas, herramientas como la tricoscopía —una especie de lupa para el cuero cabelludo— revelan detalles como cabellos de distintos grosores o signos de inflamación leve. En casos raros, una biopsia puede aclarar el panorama, mostrando folículos encogidos sin rastros de cicatrices.
Si se sospecha otra causa, como problemas tiroideos o deficiencias de hierro, unas pruebas de sangre pueden descartarlas. Pero en la mayoría de los casos, el diagnóstico es directo: si el patrón encaja y hay historia familiar, es probable que sea AGA.
¿Qué más puede estar relacionado?
La AGA no solo afecta el cabello. En hombres jóvenes con calvicie temprana, se ha visto un mayor riesgo de problemas cardíacos, como hipertensión o colesterol alto, tal vez por la inflamación o las hormonas compartidas. También hay un vínculo con la próstata, desde agrandamiento benigno hasta cáncer, aunque los motivos no están del todo claros. Y no menos importante, el impacto emocional: perder cabello puede golpear la confianza y generar ansiedad o tristeza.
¿Qué se puede hacer al respecto?
Medicamentos probados
Minoxidil: Una solución que se aplica en el cuero cabelludo para alargar la fase de crecimiento. Los resultados tardan meses, pero funciona en muchos casos. A veces irrita la piel o hace crecer vello donde no quieres.
Finasteride: Una pastilla diaria que bloquea la DHT. Es efectiva, aunque algunos hombres reportan efectos en la libido o el ánimo. No es para mujeres en edad fértil por riesgos al feto.
Opciones más nuevas
Plasma rico en plaquetas: Se extrae sangre, se concentra y se inyecta en la cabeza. Suena prometedor, pero es caro y no siempre garantiza resultados.
Láser de baja intensidad: Dispositivos que estimulan el flujo sanguíneo en el cuero cabelludo. Puede ayudar un poco, aunque requiere paciencia y dinero.
El trasplante capilar, moviendo folículos de la nuca a las zonas calvas, es una solución duradera para quienes tienen suficiente cabello donante. No es barato, pero los resultados suelen valer la pena.
Cuidado básico
Champús con ketoconazol o suplementos como biotina pueden dar un empujón, especialmente si hay inflamación o deficiencias. Y para quienes prefieren no tratarla, las pelucas o fibras capilares ofrecen un camuflaje rápido.
Un enfoque completo
Tratar la AGA va más allá de un frasco o una pastilla. Hay que entender qué espera el paciente, evaluar su salud general y ajustar el plan con el tiempo. Hablar claro sobre lo que es posible —y lo que no— marca la diferencia.
Conclusión
La alopecia androgenética es más que un problema estético; es un reflejo de cómo los genes, las hormonas y el tiempo se entrelazan. Aunque no tiene cura total, las opciones actuales pueden frenarla y, en algunos casos, revertirla parcialmente. Con el avance de la ciencia, el futuro podría traer soluciones aún mejores para quienes lidian con este cambio inevitable.
Referencias
Hamilton JB. Patterned loss of hair in man; types and incidence. Ann N Y Acad Sci. 1951;53:708-728.
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Otberg N, Finner AM, Shapiro J. Androgenetic alopecia. Endocrinol Metab Clin North Am. 2007;36:379-398.
Kaliyadan F, Nambiar A, Vijayaraghavan S. Androgenetic alopecia: an update. Indian J Dermatol Venereol Leprol. 2013;79:613-625.
Revisión:
Dra. Vanessa Giraldo C.
Médica Dermatóloga
Universidad El Bosque, Dermatologia Bogotá
Miembro de la Asociación Colombiana de Dermatología y Cirugía Dermatológica
Miembro de la American Academy of Dermatology
Miembro de la European Academy of Dermatology and Venereology
Miembro del Colegio Ibero-Latinoamericano de Dermatología
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